jueves, 29 de mayo de 2008

CAPÍTULO 28. DESCUBRIMIENTO


*Hasta ahora:

La misión del oficial Erm Liu-d’ah se ha complicado en extremo. Al principio parecía fácil, ahora está luchando por sobrevivir. Se escondió en los conductos de aire buscando una salida pero se ha perdido.


Entrada 28: hora de Rubí; tercio creciente; sección primera.

Me he orientado. He subido. Estoy más cerca de la salida.

El sistema de conductos de ventilación ha resultado ser un laberinto más complicado de lo que había estimado.

He perdido casi todos mis recursos. Tengo el arma de asalto sin munición y el cuchillo como armas ofensivas. Continúo llevando la armadura del simbionte coralino como defensa; siento ya sus zarcillos rebuscando por el interior de mi cuerpo, el tiempo se acaba.

Perdí el reptil tagoa en el segundo tramo de escalada. El tercero tuve que hacerlo con mis propias manos. Por eso creo que estoy en el segundo piso.

Hablo de memoria. El mapa lo tenía Yan.

Debería confirmar.

Veo luz, una rejilla. Diría que es suerte si creyese que existe la suerte.

Me acerco y echo un vistazo: pasillo sin puertas (medidas habituales, 5 codos de altura y entre 3 y 4 de anchura; no veo la longitud); de piedra; paredes y suelo pulido; conducciones en el techo. Hay antorchas. Iluminan el corredor pero no veo ninguna indicación del piso.

Hay otra luz, mucho más potente y que minimiza el efecto de las antorchas. Viene de la derecha.

Oigo un siseo. Inconfundible: acción hidráulica. La luz aumenta. Deduzco que hay una puerta. El grosor tiene que ser impresionante si ha conseguido mantener el estruendo de la maquinaria fuera del pasillo. Ahora apenas me oigo a mí mismo, no sé cómo se habrá registrado esta parte en el diario.

Eso seguro que no estaba en el mapa. Y eso pica mi curiosidad.

Me pregunto si podría acercarme por dentro de los conductos de ventilación.

Nota: entrada privada. Código: Renacimiento.


Entrada 29: hora de Rubí; tercio creciente; sección decimocuarta.

Disquisición: no encuentro ningún conducto más allá, así que o ignoro la puerta y sigo con mi huida o salgo al pasillo y veo qué hay detrás de esa puerta.

Nota: entrada privada. Código: Renacimiento.


Entrada 30: hora de Rubí; tercio menguante; sección séptima.

He dejado la armadura del simbionte coralino en el conducto de ventilación. Espero que no sea una mala idea. Y espero poder volver a por ella.

Sólo es echar un vistazo.

Llevo el cuchillo. No soy tonto. Al menos no del todo. Sigo en territorio enemigo.

Descolgarme de la rejilla sin hacer ruido no fue difícil, pero me he notado débil. Nota para mí: evitar todo contacto hostil, apenas podré correr siquiera.

El pasillo, vacío. La puerta, cerrada.

Es metálica. Dos brazos hidráulicos unidos a cada gozne; así se abre. Ahora tengo que encontrar cómo los activo.

No veo controles, llaves, palancas. No hay cabina de vigilancia. La pared es lisa, la puerta también. En el suelo no hay ninguna baldosa que indique un mecanismo oculto.

¿Sólo se abre desde dentro?

Esperar puedo. Colarme sin ser visto, no lo creo.

Miro la puerta una vez más, de frente, quiero ver si se me escapa algo porque si no voy a tener que darme la vuelta. Y la curiosidad me pica demasiado.

Toco el metal. No quiero irme.

El siseo hidráulico. La puerta se abre.

Me aparto rápido.

Al otro lado no hay nadie.

Al otro lado hay más umbrales pero sin puertas.

El ruido es ensordecedor.

La luz viene del fondo.

Entro.

Cruzo los umbrales. Son cuatro, puertas deslizantes ocultas dentro de la pared. Con dientes para encajar en la piedra. Seguro que son blindadas, a prueba de arietes.

Es un hangar y una fábrica a la vez. Construyen algo. No sé qué… Hay un modelo.

Estoy detrás de una larga fila de palés colocados contra la pared. Puedo moverme entre ellos. Tengo que acercarme. Evito a los trabajadores. Ni siquiera sospechan que alguien pueda colarse. Confiados. Trabajan mirando las piezas, no más allá.

No hay vigilantes. Raro.

Estoy.

Tiene alas. Y cabeza. Alargada, con dientes y cañones en las mejillas. Y dos ojos, rojo brillante. Patas con garras. Y cuerpo de serpiente.

Yo diría que es un dragón de metal.

Suena la alarma. Me han visto.

Nota: entrada privada. Código: Renacimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola soy el gilipollas, como me llamastes en el capitulo anterior.
Que decir de este.
Pues ha estado genial, mantienes la tension en lo escrito, se lee rapido y facil y no se hace pesado ni largo.
asi que te pongo un 9,9, ya sabes que el 10 no te lo puedo poner ya que la perfeccion no existe.
Un saludo y hasta el procimo capitulo, por cierto tengo ganas ya de timoteo

Cuentacuentos dijo...

Alguien se ha picado...

Me alegro que te haya gustado el capítulo, oye, no todos los días se recibe un 9'9 (y aunque creo que yo soy más exigente, muchas gracias).

¿Y quieres a Timoteo? Tendrás a Timoteo. ¡A mandar!